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LUZ EN EL SANTUARIO
(Antología
de las mejores oraciones cristianas) Laureano J. Benítez Grande-Caballero
publicado por Editorial Visionnet, 2009
Otras obras del autor en: hhttp://www.laureanobenitez.com
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CAPÍTULO 4 Oraciones de intercesión
ÍNDICE
Oraciones por el mundo a la misericordia divina Oraciones para las almas que sufren Oraciones por los difuntos Oraciones por las almas del purgatorio
1.-
Oraciones por el mundo a la misericordia divina
1. Dios
Padre Celestial: yo te ofrezco el cuerpo y la sangre, el alma y la divinidad de
tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y
por los pecados del mundo entero. Por
su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Santo
Dios, Santo fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero.
(Dictada por el mismo Jesucristo a Santa Faustina Kowalska)
2. ¡Oh,
Señor Jesucristo!: Por tu infinito amor misericordioso, por tus Sagradas
Llagas, por los méritos de tus 33 años de vida terrestre, te suplico que
libres de las garras de Satanás a las almas que están al borde del infierno.
3.
¡Oh, Padre Eterno!: Tú que eres creador del mundo y del hombre, por tu
inmenso poder, no permitas que la serpiente maligna se apodere astutamente de
las almas que Tú has creado. Por el Divino Corazón de Jesús y por el
Inmaculado Corazón de María, danos la herencia que nos tienes preparada en las
moradas celestiales. Así sea. Madre
Pura Dolorosa: por tu Corazón angustiado de Madre, manda paz al mundo entero. 4.
Deseo transformarme en tu misericordia y ser un vivo reflejo de ti, oh Señor.
Que éste más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia,
pase a través de mi corazón y mi alma al prójimo.
Ayúdame, Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás
sospeche o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de
mi prójimo y acuda a ayudarle. Ayúdame, Señor, a que mis oídos sean misericordiosos, para que tome en
cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y
gemidos. Ayúdame, Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás
critique a mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para
todos. Ayúdame Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas
obras, para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las
tareas más difíciles y penosas. Ayúdame Señor, a que mis pies sean misericordiosos, para que siempre me
apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi
reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo. Ayúdame Señor, a que mi corazón sea misericordioso, para que yo sienta
todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré
sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo
misma me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis
propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.
Jesús mío, transfórmame en ti, porque tú lo puedes todo. (SANTA
FAUSTINA KOWALSKA)
5. ¡Padre
Eterno, Dios altísimo!: desde tu trono de majestad y misericordia, dígnate
mirar a la sagrada víctima que te ofrece tu Santísimo Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, por los pecados de todos nosotros, sus hermanos, con el fin de
suplicarte que destruyas nuestras miserias e iniquidades. La
voz de la sangre de nuestro hermano Jesús, derramada por nosotros, clama desde
el santuario de su Corazón, inmolado por nuestro amor. Oye, Señor, sus
clamores, y por sus méritos infinitos ten compasión de todos nosotros. Ya
que invocamos tu Santo Nombre por mediación del Sagrado Corazón de Jesús, otórgame
la gracia que te pido (petición), y derrama sobre nosotros y sobre tu
pueblo los tesoros de tu infinita misericordia. Amén. 6.
Oh,
Dios de gran misericordia, Bondad infinita, hoy toda la humanidad clama desde el
abismo de su miseria a tu misericordia, a tu compasión, Oh Dios, y grita con la
potente voz de la miseria. Oh, Dios indulgente, no rechaces la oración de los
desterrados de esta tierra. Oh Señor, Bondad inconcebible que conoces
perfectamente nuestra miseria y sabes que por nuestras propias fuerzas no
podemos ascender hasta ti, te imploramos que nos anticipes tu gracia y que
multipliques incesantemente tu misericordia en nosotros, para que cumplamos
fielmente tu santa voluntad a lo largo de nuestras vidas y en la hora de la
muerte. Que la omnipotencia de tu misericordia nos proteja de las
flechas de los enemigos de nuestra salvación para que con confianza, como tus
hijos, esperemos tu última venida, ese día que conoces sólo Tú. Y, a pesar
de toda nuestra miseria, esperamos recibir todo lo que Jesús nos ha prometido,
porque Jesús es nuestra esperanza: a través de su Corazón misericordioso,
como a través de una puerta abierta, entramos en el cielo. (SANTA FAUSTINA KOWALSKA) 7. ¡Oh divino Corazón de Jesús!, concede a las almas del Purgatorio el
descanso eterno; a los que mueran la gracia de la perseverancia; a los pecadores
un verdadero arrepentimiento; a los que no te conocen la luz de la fe; y a mí y
a todos los míos tu bendición. A ti encomiendo todas estas almas, y por
ellas te ofrezco todos tus méritos, juntamente con los de tu Santísima Madre,
con los de todos los ángeles y santos y con todas las Misas, comuniones,
oraciones y buenas obras que tendrán lugar hoy en todo el mundo cristiano. 8. Padre
Celestial, Dios todopoderoso: con humildad vengo ante tu Presencia; te pido que
perdones mis pecados y los de todo el mundo. Padre,
te hemos ofendido: nuestros antepasados te han ofendido, y todos nosotros
continuamos ofendiéndote diariamente. Señor, ten piedad. Señor,
Dios mío, me arrepiento de mis pecados y de los de todo el mundo. Perdónanos,
Señor, por quebrantar tus mandamientos; perdónanos, Señor, por no escuchar tu
Palabra. Señor, Dios mío, con vergüenza te presento el estado de esta pobre
humanidad a la vez que te imploro tu Misericordia y Compasión. Señor,
siento mucho el confesarte los pecados de todo el mundo. Somos culpables, Señor:
te hemos insultado con nuestro orgullo, te hemos desafiado con nuestros pecados.
Estamos quebrantando tus mandamientos. Señor, por favor, ten misericordia de
nosotros. Señor
de Santidad, Misericordia, Amabilidad y Paciencia: por favor, ten Misericordia
de nosotros. Envía nuevamente tu Espíritu y, en el nombre de Jesús, libéranos
de los espíritus malignos que nos acechan. Sálvanos
,Señor, concédenos el fuego del Espíritu Santo para que nos purifique, llena
nuestros corazones con arrepentimiento y contrición, muéstranos el camino de
regreso hacia Ti. Sálvanos. Señor,
no mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia. Te pedimos que tengas
misericordia de toda la humanidad en el Santo nombre de Jesús tu Hijo, quien
murió crucificado por nuestros pecados. Amén. 9.
Padre
Eterno, te ofrezco el precioso cuerpo, la sangre, el alma y la Divinidad de tu
querido y amado Hijo Nuestro Señor Jesús Cristo; y las lágrimas, las penas,
las virtudes y las glorias del Inmaculado Corazón de María en reparación por
mis pecados y por los pecados del mundo entero, en reparación por los pecados
de (nombrar a la persona) y de las almas por las cuales rezo. Consagro
todas las almas al Sacratísimo Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de
María. Señor Jesús, escóndeles por favor en tus santas heridas y purifícalas
con tu Preciosa Sangre. Bendita
Madre María, por favor, purifícalas con tus lágrimas y cúbrelas con tu manto
de pureza y protección. Señor, concédeles la paz, el amor y la alegría en
sus corazones y sanación en cuerpo, mente y alma. Con
mi Bendita Madre María, todos los ángeles y santos te alabo, mi Dios, te
bendigo, te doy gracias y glorifico tu Santo Nombre. Todo
el Reino, el Poder y la Gloria sean tuyos ahora y siempre. Amen. 10.
Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo: te bendigo, te alabo, te glorifico, te
magnifico, te adoro profundamente y humildemente elevo mi espíritu mientras te
ofrezco mi oración. Señor,
te ofrezco todo el Amor, la Alabanza y la Gloria que deberías haber recibido de
mí, y que por causa de mis pecados
te he negado. Señor,
te ofrezco todo el Amor, la Alabanza y la Gloria que deberías haber recibido de
la raza humana desde los tiempos de Adán y Eva, y que por causa de nuestro
pecado te hemos negado. Confieso los pecados de la humanidad y me siento muy
arrepentido por ellos. Señor, ten piedad de nosotros. Señor,
te ofrezco todo el Amor, la Alabanza y la Gloria que deberías haber recibido de
tu Creación Espiritual, la cual falló por causa de Lucifer y todos los espíritus
y ángeles caídos y que te han negado. Yo
deseo hacer justicia para Ti, que eres la Justicia, y te ofrezco mi vida, unida
a los méritos de tu Santa Palabra encarnada, Nuestro Señor Jesucristo, su pasión
y su muerte, su precioso cuerpo, sangre, alma y divinidad como reparación. También
te ofrezco las perfecciones, las virtudes, las penas y los méritos de la
Inmaculado Corazón de María. Te ofrezco los méritos de todos los Patriarcas,
los Profetas, los Apóstoles, los Mártires, los Santos y todos aquellos que han
hecho tu voluntad por el paso de los años. Bendita Madre María, con todo los Ángeles Celestiales y Santos, y con toda la creación adoremos, honremos, alabemos y glorifiquemos a Nuestro Dios, por siempre y para siempre. Amen. 2.- Oraciones para las almas que sufren
Oraciones por los pecadores 1.
Oh, Dios de gran misericordia, que te dignaste enviarnos a tu Hijo Unigénito
como el mayor testimonio de tu insondable amor y misericordia: Tú no rechazas a
los pecadores, sino que también a ellos les has abierto el tesoro de tu
infinita misericordia, del que pueden recoger en abundancia tanto la justificación
como toda santidad a la que un alma puede llegar. Padre de gran misericordia, deseo que todos los corazones se
dirijan con confianza a tu infinita misericordia. Nadie podrá justificarse ante
ti si no va acompañado por la insondable misericordia tuya. Cuando nos reveles
el misterio de tu misericordia, la eternidad no bastará para agradecerte por
ella debidamente. (SANTA FAUSTINA
KOWALSKA)
2. Oh Jesús, Verdad eterna, Vida nuestra, te suplico y te
mendigo tu misericordia para los pobres pecadores. Dulcísimo Corazón de mi Señor, lleno de piedad y de
misericordia insondable, te suplico por los pobres pecadores. Oh sacratísimo Corazón, fuente de misericordia de donde
brotan rayos de gracias inconcebibles sobre toda la raza humana, te suplico luz
para los pobres pecadores. Oh Jesús, recuerda tu amarga pasión y no permitas que se
pierdan las almas redimidas con tu preciosa sangre. Oh Jesús, cuando considero el alto precio de tu sangre, me
alegro en su inmensidad, porque una sola gota habría bastado para salvar a
todos los pecadores (...) ¡Oh, qué alegría arde en mi corazón cuando
contemplo tu bondad inconcebible, Jesús mío! Deseo traer a todos los pecadores
a tus pies para que glorifiquen tu misericordia por los siglos de los siglos. (SANTA
FAUSTINA KOWALSKA) 3.
Te suplico,
Señor, Dios Padre Celestial, que derrames sobre todas las almas que sufren, sea
en el espacio como espíritus errantes, sea entre nosotros como espíritus
encarnados, las gracias de tu infinito amor y misericordia. Ten
compasión de nuestras miserias y debilidades. Que tu misericordia se extienda
sobre todos los que no han podido resistir a sus malas inclinaciones, y están
en un mal camino. Que tus buenos Espíritus los rodeen, que tu luz resplandezca ante sus ojos, y que vengan arrepentidos a tus pies.
Oraciones en
las aflicciones de la vida
1.
Dios
todopoderoso, que ves mis miserias, dígnate escuchar favorablemente los votos
que te dirijo en este momento. Si es justo y útil a tus ojos, que los buenos
Espíritus que ejecutan tu voluntad vengan en mi ayuda para su cumplimiento. Cualquier
cosa que suceda, Dios mío, que se haga tu voluntad. Si mis deseos no son
escuchados, es porque entra en tus designios probarme, y a ello me someto sin
murmurar. (Hágase
la petición que se desea)
2.
Dios mío,
acepto el motivo de aflicción que acabo de experimentar como una expiación de
mis faltas pasadas y una prueba para el porvenir. Espíritus
buenos que me protegéis, dadme fuerza para soportarla sin murmurar; haced que
sea para mí una advertencia saludable que aumente mi experiencia, combata mis
defectos y contribuya a mi mejoramiento. 3. Señor, Dios
de mi corazón, sólo Tú conoces y lees a fondo el corazón de tus criaturas; sólo
Tú conoces mis penas; sólo Tú conoces mis angustias, que en mí provienen del
temor que tengo de perderte, de ofenderte, de no amarte cuanto mereces y yo debo
y deseo hacerlo. Si
conoces que es mejor para tu gloria y para mi salvación que yo permanezca en
este estado, que así sea, no deseo verme libre; pero dame la fuerza para que yo
luche y logre el premio de las almas fuertes.
4.
Dios mío,
te ruego que me des fuerza para sobrellevar la prueba que has tenido a bien
enviarme. Permite
que la luz sea bastante viva para que mi espíritu aprecie en todo su valor el
dolor que me aflige para salvarme. Me someto con resignación,
mas ayúdame, Señor, pues sin ti nada puedo.
5. Oh, mi Jesús, dame fuerza para soportar los sufrimientos y
para que mi boca no se tuerza cuando bebo el cáliz de la amargura. Ayúdame Tú
mismo para que mi sacrificio te sea agradable: que no lo profane mi amor propio.
Que te alabe, oh Señor, todo lo que hay dentro de mí: la miseria y la fuerza.
(SANTA FAUSTINA KOWALSKA) 6.
Madre
Dolorosa, tu corazón traspasado por la espada nos recuerda que eres Maestra en
saber bien sufrir. Enséñame a sobrellevar el sufrimiento, a soportarlo con
visión de eternidad. Con esa esperanza, asociada a la Cruz reconciliadora de tu
Hijo, el dulce Señor Jesús, pido tu intercesión: obtenme la gracia que me
permita aprender y vivir intensamente tu ejemplo y lección. Que así sea. 7.
Santísima
Virgen, Madre de Dios, me postro a tus pies en presencia de Dios omnipotente,
para ofrecerte mi corazón con todos sus afectos. A ti lo consagro y quiero que
sea siempre tuyo y de tuyo hijo Jesús. Acepta
esta humilde oferta, tú que siempre has sido la auxiliadora del pueblo
cristiano. Oh
María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de
la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro. Reina
de los cielos, en tus manos pongo mi causa. Sé bien que en los casos
desesperados se muestra más potente tu misericordia y nada puede resistir tu
poder. Alcánzame, Madre mía, la gracia que te pido, si es del agrado de mi
Dios y Señor. Amén. 8.
¡Hágase tu voluntad, Dios mío! Cuando
me abruman los pesares de la vida; mi cáliz es muy amargo, pero yo quiero
unirlo con el pensamiento al que Tú aceptaste por mí en el huerto de Getsemaní
y hallaré fuerzas para beberlo a mi vez. ¡Hágase
tu voluntad, Dios mío! Cuando
me vea víctima de la injusticia, cuando me abandonen los amigos, cuando la
soledad me parezca más amarga, porque también Tú conociste la amargura y el
abandono... ¿No podré soportar la indiferencia y la ingratitud de los hombres
cuando mi Dios fue traicionado por sus discípulos?
¡Hágase tu voluntad, Dios mío! Cuando
el trabajo me parezca penoso, cuando el desaliento se apodere de mi alma... Tú
eres quien permites este desfallecimiento, Salvador mío, para que me acerque a
tu cruz y vaya a buscar, en ese manantial bendito, la fuerza y el valor que me
faltan. ¡Hágase tu voluntad, Dios mío! Cuando
venga a visitarme la enfermedad y cuando me abrume el dolor... Me uno de corazón
a tu cruel agonía; uno mis sufrimientos a los tuyos; los ofrezco, ¡oh Jesús!,
en expiación de las faltas que he tenido la desgracia de cometer y que te han
conducido hasta el Calvario. ¡Hágase
tu voluntad, Dios mío! Cuando
lloro la ausencia de un ser querido siento despedazado mi corazón, pero sé que
Tú has bendecido las lágrimas llorando a tu amigo Lázaro, y me siento más
resignado al venir a suplivarte que bendigas las mías. ¡Hágase
tu voluntad, Dios mío! En
todo el curso de mi vida, cualesquiera que sean mis trabajos, te los ofrezco,
divino Redentor mío. Tú que has aceptado, siendo víctima inocente, el peso de
los pecados del mundo, dame fuerzas para sobrellevar a mi vez las pruebas que he
merecido y que me envía tu divina mano... ¡Las consideraré como una prenda de
tu amor, a fin de que sean prenda de mi salvación! A
Ti, Señor, levanto mis ojos; en Ti confió, Dios mío, Padre de Misericordia. Bendice
y santifica mi alma con bendición celestial, para que sea morada santa tuya,
silla de tu gloria eterna, y no haya en este templo tuyo cosa que ofenda los
ojos de tu majestad soberana. Mírame
según la grandeza de tu bondad y según la multitud de tus misericordias, y oye
la oración de este pobre siervo tuyo, desterrado lejos en la región de la
sombra de la muerte. Defiende
y conserva el alma de tu siervo entre tantos peligros de la vida; y, acompañándola
tu gracia, guíala por el camino de la paz a la patria de la perpetua claridad.
Amén. (TOMÁS
DE KEMPIS) 9.
Tu emblema
fue siempre padecer y ser despreciado. ¡Oh, si pudiese yo al menos resignarme
en mis tribulaciones, ya que no soy tan generoso como Tú en el padecer y ser
despreciado! A
Ti, pues, que en tantos sufrimientos fuiste siempre paciente, resignado y
gozoso, a Ti me encomiendo, para que me enseñes a resignarme en mis muchas
penas. Tampoco
me faltan fuertes pesares y pesadas cruces, y muy a menudo me siento cansado y
desalentado, me abato y caigo. Ten
compasión de mí, y ayúdame a llevar con resignación y gozo mis cruces, con
la mirada siempre vuelta al cielo. Te tomo por protector mío, por mi maestro y
mi guía aquí en la tierra, para ser tu compañero en la patria del Paraíso.
Amén. 10. Señor Jesús, Te pido por mi
alma.
Las
consecuencias del pecado se reflejan en ella, por eso muchas veces me siento
nervioso e irascible, impaciente y vengativo. La
malas costumbres ya se enraizaron en mi alma, y quedaron las cicatrices de las
heridas que me dificultan amar al prójimo. Me volví muy desconfiado por
causa de las experiencias que acumulé. Purifica, Señor, mi subconsciente.
Penetra en él con tu luz para que las tinieblas no lo envuelvan. Con
el poder de tu gracia, toca lo más profundo de mi alma, que está amarrada a
las cosas materiales, de donde provienen mis miedos. Purifícame para que mi espíritu
esté más abierto a Ti. Cúrame de la desconfianza que pueda tener de Ti y de
tu palabra. Te
pido, Señor Jesús, que me cures de toda conmoción negativa y de los traumas
que causaron los fracasos y planes no realizados. Purifícame
de toda tiniebla interior y cuida de las heridas que se encuentran en la médula
de mi subconsciente. Con el poder de tu nombre, Jesús, y de acuerdo con tu
Palabra, ahora mismo yo aniquilo todo pensamiento y todo orgullo que se levantan
en mí contra el conocimiento de Dios y esclavizo todo pensamiento y lo reduzco
a la obediencia a Ti. Te
pido además, Señor Jesús, que mi alma sea renovada por el poder de tu Santo
Espíritu y de tu Palabra y que solamente lo que sea verdadero, noble, justo,
puro, amable, de buena fama, virtuoso y digno de alabanza ocupe mis
pensamientos. Que tu paz, que sobrepasa toda inteligencia, guarde mi
corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús. Oraciones en la enfermedad 1.
Perdóname,
Señor, por todas las veces que te he fallado, por mis fallos contra mí mismo y
los demás. Al mismo tiempo, perdono a todos los que me han fallado de alguna
manera y me han herido. Ayúdame
a ver que mi enfermedad tiene una parte muy importante en mi vida. Ella me
ayudará a ser plenamente la persona que Tú quieres que yo sea. No permitas que
yo pierda o desperdicie lo que Tú quieres hacer conmigo para hacer completa mi
vida en esta tierra, y para preparar mi vida contigo en el Cielo. Ahora
yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy dolorido, cansado
confundido), y por eso quiero descansar sobre tu amante Corazón en la seguridad
y en la paz, como un niño en los brazos de su padre. Yo sé que Tú no me
abandonarás. Te amo, mi Señor, y quisiera amarte con todo mi corazón.
2.
Señor, Tú
conoces mi vida y sabes mi dolor, has visto mis ojos llorar, mi rostro
entristecerse, mi cuerpo lleno de dolencias y mi alma traspasada por la
angustia. Lo mismo que te pasó a ti cuando, camino de la cruz, todos te
abandonaron. Hazme comprender tus sufrimientos y con ellos el amor que Tú nos
tienes. Que
yo también aprenda que uniendo mis dolores a tus dolores tienen un valor
redentor por mis hermanos. Ayúdame
a sufrir con amor, hasta con alegría. Sí no es posible que pase de mí este cáliz,
te pido por todos los que sufren: por los enfermos como yo, por los pobres, los
abandonados, los desvalidos, los que no tienen cariño ni comprensión y se
sienten solos. Señor:
sé que también el dolor lo permites Tú para mayor bien de los que te amamos.
Haz que estas dolencias que me aquejan me purifiquen, me hagan más humano,
me transformen y me acerquen más a ti. Amén. (JUAN
PABLO II)
3.- Señor,
Tú eres la suma justicia: la enfermedad que me has enviado debo merecerla,
porque jamás afliges sin causa.
Para
mi curación, me someto a tu infinita misericordia. Si te place devolverme la
salud, que tu Santo Nombre sea bendito. Si, por el contrario, debo sufrir aún,
que asimismo sea bendito. Me
someto sin murmurar a tus divinos decretos, porque todo lo que haces no puede
tener otro objeto que el bien de tus criaturas.
Oraciones por los
enfermos 1.
Señor Jesús,
aquél (aquélla) a quien amas está enfermo(a). Tú lo puedes todo, y por eso
te pido humildemente que le devuelvas la salud. Pero, sin son otros tus
designios, te pido le concedas la gracia de sobrellevar cristianamente su
enfermedad. En
los caminos de Palestina tratabas a los enfermos con tal delicadeza que todos
venían a ti: dame esa misma dulzura, ese tacto que es tan difícil de tener
cuando se está sano. Que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para
acompañarle, si es su deseo. Yo
estoy lleno de vida, Señor, y te doy gracias por ello. Pero haz que el
sufrimiento de los demás me santifique, formándome en la abnegación y en la
caridad. Amén. 2. Dios mío,
tus miras son impenetrables, y en tu sabiduría has creído deber afligir a…(nombre) con la enfermedad. Te suplico que eches una mirada de
compasión sobre sus sufrimientos, y te dignes ponerles un término. Espíritus
buenos, ministros del Todopoderoso, os ruego que secundéis mi deseo de
aliviarle; haced que mi oración vaya a derramar un bálsamo saludable en su
cuerpo y consuele su alma. Inspiradle
la paciencia y la sumisión a la voluntad de Dios, y dadle la fuerza para
sobrellevar sus padecimientos con resignación cristiana, a fin de que no pierda
el fruto de esta prueba.
3. Señor Jesucristo,
Redentor de los hombres, que en tu Pasión quisiste soportar nuestros
sufrimientos y aguantar nuestros dolores: por tu infinita misericordia, te pido
que mires con piedad a N…, que está enfermo y necesita ser curado en el
cuerpo y en el espíritu. Te suplico fortaleza para él y para todos los que
sufren a su alrededor. Que tu misericordia le devuelva la salud, y enséñanos a
cumplir tu voluntad. 4. Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Tú que en todos estás
presente y lo llenas todo con el consuelo de tu Espíritu Santo, ven a
fortalecernos en nuestras angustias y preocupaciones. Tú, que por tu Hijo Jesucristo saliste al encuentro de los
enfermos, tocaste las llagas de los leprosos, consolaste a los afligidos,
defendiste a los pobres y resucitaste a los muertos: ven a dar sentido a
nuestros males, ven a sanar nuestros corazones, ven a darnos vida abundante y
alivio a nuestros sufrimientos. Que animados por la fe, llenos de amor y de esperanza,
completemos en nuestros cuerpos lo que falta a la pasión de Cristo, por el bien
de la Iglesia y de toda la humanidad. Amén. 5. Te
confiamos, Señor, los enfermos: los niños que sufren, los hombres y mujeres
incapaces de trabajar; los ancianos, cuyas fuerzas declinan, y también los
agonizantes. Dales
tu luz y tu fuerza, para que su sufrimiento tenga en la fe un sentido y puedan
confiarse a ti. Líbralos de sus males por tu misericordia. Da salud y aliento
al que se deprime, y haz brillar tu luz en sus dificultades.
6. Oración al Padre Pío por los enfermos Santo
Padre Pío, ya que durante tu vida terrena mostraste un gran amor por los
enfermos y afligidos, escucha nuestros ruegos e intercede ante nuestro Padre
Misericordioso por los que sufren. Asiste
desde el cielo a todos los enfermos del mundo; sostiene a quienes han perdido
toda esperanza de curación; consuela a quienes gritan o lloran por sus
tremendos dolores; protege a quienes no pueden atenderse o medicarse por falta
de recursos materiales o ignorancia; alienta a quienes no pueden reposar porque
deben trabajar; vigila a quienes buscan en la cama una posición menos dolorosa;
acompaña a quienes ven que la enfermedad frustra sus proyectos; alumbra a
quienes pasan una "noche oscura" y desesperan; toca los miembros y músculos
que han perdido movilidad; ilumina a quienes ven tambalear su fe y se sienten
atacados por dudas que los atormentan; apacigua a quienes se impacientan viendo
que no mejoran; calma a quienes se estremecen por dolores y calambres; concede
paciencia, humildad y constancia a quienes se rehabilitan; devuelve la paz y la
alegría a quienes se llenaron de angustia; disminuye los padecimientos de los más
débiles y ancianos; vela junto al lecho de los que perdieron el conocimiento;
guía a los moribundos al gozo eterno; conduce a los que más lo necesitan al
encuentro con Dios; bendice abundantemente a quienes los asisten en su dolor,
los consuelan en su angustia y los protegen con caridad. Amén
7.
Señor, en tu Sagrado Corazón yo coloco mi corazón unido a todas mis
necesidades y deseos. Te presento humildemente mis peticiones; por favor, dígnate
escuchar mi súplica, abrázame con tu amor, respóndele a mi alma. Mírame, Señor,
soy tu hijo que viene atraído por tu amor. Mi Señor Jesús: en tu cuerpo crucificado yo coloco
reverentemente mis pecados, mi enfermedad y las de aquellas personas por las
cuales rezo, puesto que Tú soportaste nuestras enfermedades, soportaste
nuestros sufrimientos y pagaste por nuestros pecados. Por favor, disuélvelo
todo en tu misericordia; concédeme estas peticiones en tu santo nombre y en el
nombre de tu dolorosa Madre, mi Madre. Amen. 8.
Jesús, tus
manos y tus pies fueros traspasados, y también tu costado. Todo fue traspasado
para que fuésemos sanados, para que nuestro cuerpo, templo del Espíritu Santo,
fuese purificado. Jesús,
por tu paciencia en los sufrimientos sánanos, sana de la impaciencia a nuestros
enfermos y a los que los socorren. Tú sabes que sufriendo se pierde la calma.
Devuélvenos el amor, para que podamos soportar el dolor, como Tú mismo lo
soportaste. ¡Jesús,
Hijo de David, ten piedad de nosotros!
Oraciones por los afligidos 1. ¡Oh, Señor!
Por la tristeza incomparable y por la gran desolación que pasó tu corazón en
el monte de los Olivos y en la Cruz, y por la gran aflicción que sufrió tu
querida Madre, mientras estuvo privada de tu presencia, sé la alegría, o por
lo menos la fortaleza, para este hijo/a tuyo/a, cuando la cruz y la pasión están
del todo unidas con su alma.
2. Dios mío,
por tu bondad infinita, dígnate aliviar la situación de… (nombre), si tal es tu Voluntad. Espíritus
buenos: en nombre de Dios Todopoderoso, os suplico que le asistáis en sus
padecimientos, si algo puede hacerse en interés suyo; dadle confianza en Dios y
en el porvenir, y la fuerza necesaria para que mantenga la fe y la esperanza. Conducid
mi pensamiento hacia N, y que le ayude a sostener su ánimo.
3.
Señor Jesús, te pido que entres en el corazón de
(decir el nombre de la persona) y toques aquellas
experiencias de su vida que necesitan curarse. Tú
conoces mucho mejor a (decir el nombre de la persona) de lo que él/ella
se conoce a sí mismo/a. Derrama pues, tu amor en todos los rincones de su
corazón. Donde quiera que lo/a encuentres herido/a, tócalo/a, consuélalo/a,
libéralo/a. Si
él/ella se siente solo/a, abandonado/a, rechazado/a, concédele, mediante tu
amor regenerador, una nueva conciencia de su valor con persona. Jesús,
te entrego a (decir el nombre de la persona) totalmente a Ti, su
cuerpo, mente y espíritu y te agradezco por restaurar su integridad. Gracias,
Señor. Amén. 3.-
Oraciones por los difuntos Oración por
los agonizantes al Sagrado Corazón de Jesús ¡Oh, misericordioso Jesús, abrasado en ardiente amor por las
almas!: Te suplico, por las agonías
de tu Sagrado Corazón y por los dolores de tu inmaculada Madre, que laves con
tu sangre a todos los pecadores de la tierra que estén ahora en la agonía y
tienen que morir hoy. Amén. Corazón agonizante de Jesús, ten misericordia de los
moribundos. Oraciones
por un moribundo 1.
¡Señor
Jesucristo! Siendo Tú el Hijo de Dios y también el Hijo de la Santísima
Virgen María, eres Dios y hombre. En tu Pasión ofreciste todos tus
sufrimientos a Dios, tu Padre Celestial, por nosotros, y por la salvación de
este moribundo... Por los méritos de tu sacrificio, te suplicamos que perdones
todas sus culpas. Oh, Padre Eterno, te lo pedimos por
Jesucristo Nuestro Señor, tu muy amado Hijo, que vive y reina contigo y con el
Espíritu Santo ahora y siempre. Amén. 2.
¡Señor
Jesucristo! Muriendo humildemente en la Cruz por nosotros, sometiste tu Voluntad
completamente a la Voluntad de tu Padre Celestial, para traernos la paz. También
has ofrecido tu santa muerte al Eterno Padre en rescate de...(esta
persona) y para ocultar de su vista el castigo merecido por sus pecados. ¡Oh,
Padre Eterno! Escúchanos y perdónale, te suplicamos. Te lo pedimos por tu único Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina ahora y siempre contigo, en unidad
del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. Oraciones por un difunto 1. Señor, te encomendamos el alma de tu siervo(a)... (mencione
su nombre) y te suplicamos, Cristo Jesús, Salvador del mundo, que no le
niegues la entrada en tu Reino, ya que por ella bajaste misericordiosamente del
cielo a la tierra. Reconócela, Señor, como criatura tuya; no creada por dioses
extraños, sino por ti, único Dios vivo y verdadero, porque no hay otro Dios
fuera de ti, ni nadie que produzca tus obras. Llena,
Señor, de alegría su alma en tu presencia y no te acuerdes de sus pecados
pasados.
2. Dígnate
acoger, ¡Oh, Dios mío!, la oración que te dirijo para pedir por el espíritu
de… (nombre). Hazle entrever tus divinas luces, y que le sea fácil el
camino de la felicidad eterna. Permite que los buenos espíritus le lleven mis
palabras y mis pensamientos. Cristo,
Tú que sufriste muerte de cruz por nosotros, concede a N… la libertad
verdadera, llévale a tu paraíso y, como buen Pastor, cuéntale entre tus
ovejas. Perdona sus pecados, agrégale al número de tus elegidos, para que por
tu misericordia pueda gozar de la visión de Dios por los siglos de los siglos.
3. Acoge, Señor,
en tu reino a tu siervo/a (nombre), para que alcance la salvación que espera de tu misericordia. Por
Jesucristo, nuestro Salvador, que por nosotros sufrió muerte cruel y nos obtuvo
la vida eterna, libra, Señor, a tu siervo/a de todos sus sufrimientos y borra
los pecados que cometió por fragilidad humana. Haz, oh Dios omnipotente, que el alma de tu siervo/a..., que
ha pasado de este siglo al otro, purificada con estos sacrificios y libre de
pecados, consiga el perdón y el descanso eterno. Amén. Misericordioso Jesús, concédele el descanso eterno, y que la
luz inextinguible le ilumine. Amén.
Oraciones por todos los difuntos 1. Dios todopoderoso, que por la muerte de Jesucristo, tu Hijo,
destruiste nuestra muerte; que por su reposo en el sepulcro santificaste las
sepulturas y por su gloriosa resurrección restituiste la vida a la
inmortalidad: escucha nuestra oración por aquellos que,
muertos en Cristo y sepultados en Él, anhelan la feliz esperanza de la
resurrección. Concede
a las almas de tus siervos y siervas la remisión de todos sus pecados, para
que, por las humildes súplicas de la Iglesia, alcancen el perdón que siempre
desearon, y puedan alabarte sin fin en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
2.
Dios todopoderoso: por la muerte de
Jesucristo, tu Hijo, destruiste nuestra muerte; Escucha
nuestra oración por aquellos que, muertos en Cristo y sepultados en él, anhelan la feliz esperanza de la
resurrección. Concede,
Señor de vivos y muertos, a cuantos en la tierra te conocieron por la fe, Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén. Preces por los difuntos
1. Señor,
danos la vida en Cristo… Presta
oídos, Señor, a las oraciones con que imploramos tu misericordia a favor de
nuestros hermanos que murieron en la esperanza de la resurrección. Señor… Llévalos
contigo a la patria de la luz, para que participen también de la ciudadanía de
los santos. Señor… Acógelos
con bondad, para que alcancen los gozos de la eterna bienaventuranza.
Señor… Dígnate
consolarnos en nuestro tránsito con la dulzura de nuestra esperanza.
Señor… Libra
a las almas de los difuntos del castigo que sufren por sus pecados.
Señor… 2. Oremos al Señor
Jesús, que transformará nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el
suyo, y digámosle: Tú, Señor,
eres nuestra vida y nuestra resurrección. Oh
Cristo, Hijo de Dios vivo, que resucitaste de entre los muertos a tu amigo Lázaro,
lleva a una resurrección de vida a los difuntos que rescataste con tu sangre
preciosa. Tú, Señor,… Oh
Cristo, consolador de los afligidos, consuela a los que lloran la muerte de sus
seres queridos. Tú, Señor,… Oh
Cristo Salvador, destruye en nuestro cuerpo mortal el dominio del pecado por el
que merecimos la muerte, para que obtengamos en ti la vida eterna. Tú,
Señor, … Oh
Cristo Redentor, mira benignamente a los que, por no conocerte, viven sin
esperanza, para que crean también ellos en la resurrección de los muertos y en
la vida del mundo futuro. Tú, Señor, … Tú
que, al dar la vista al ciego de nacimiento, hiciste que pudiera mirarte,
descubre tu rostro a los difuntos que todavía carecen de tu resplandor. Tú,
Señor, … Tú,
Señor, que permites que nuestra morada corpórea sea destruida, concédenos una
morada eterna en los cielos. Tú, Señor… 4.-
Oraciones por la almas del purgatorio Oraciones por nuestros seres
queridos
1.
Por
los padres Oh Dios, que nos has mandado honrar a nuestro padre y a
nuestra madre, sé clemente y misericordioso con el alma de mis padres; perdónales
sus pecados y haz que un día pueda verlos en el gozo de la luz eterna. ¡Oh Dios!, que nos mandaste honrar a nuestro padre y a
nuestra madre: por tu misericordia, ten piedad de mi padre (madre) y no
recuerdes sus pecados. Que yo pueda verlos de nuevo en el gozo de eterno fulgor.
Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.
Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te compadeciste de
los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros seres queridos
que están en el Purgatorio. Oh Jesús, que amaste a los tuyos con gran
predilección, escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia concede
a aquellos que te has llevado de
nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amén. Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu
luz perpetua. ¡Oh Buen Jesús! El dolor y sufrimiento de los demás conmovía
siempre tu corazón. Mira con piedad las almas de mis queridos familiares del
Purgatorio. Oye mi clamor de compasión por ellos, y haz que aquellos a quienes
separaste de nuestros hogares y corazones disfruten pronto del descanso eterno
en el hogar de tu amor en el cielo. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz. Amén. 2. Por familiares y amigos Oh
Dios, que concedes el perdón de los pecados y deseas la salvación de los
hombres, imploramos tu clemencia a favor de nuestros hermanos, parientes y
bienhechores que partieron de este mundo, para que mediante la intercesión de
la bienaventurada Virgen María y de todos los Santos, hagas que lleguen a
participar de la eterna bienaventuranza. Por Nuestro Señor Jesucristo. Así
sea.
Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del dolor, único
sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los seres queridos,
compadécete de nuestras lágrimas. Míralas, Señor, como sangre del alma dolorida; míralas, Señor,
como tributo sentido que te ofrecemos por el alma de nuestros familiares
difuntos, para que los purifiques en tu sangre preciosa y las lleves cuanto
antes al cielo, si aún no te gozan en él; míralas, y por ellas concédenos
que los que aquí en la tierra hemos vivido atados con los lazos del cariño, y
ahora lloramos la ausencia momentánea del ser querido, nos reunamos de nuevo
junto a ti en el Cielo, para vivir eternamente unidos en tu Corazón. Amén. Por las almas del purgatorio 1. Padre misericordioso, en unión con la Iglesia Triunfante en
el cielo, te suplico tengas piedad de las almas del Purgatorio. Recuerda tu
eterno amor por ellas y muéstrales los infinitos méritos de tu amado Hijo. Dígnate
librarles de penas y dolores para que pronto gocen de paz y felicidad. Llévalas de la prisión de las tinieblas a la luz y libertad
de los hijos de Dios en el Reino de tu gloria. 2. Amable Salvador, te doy gracias por haber redimido las pobres
almas con tu preciosa Sangre, salvándolas de la muerte eterna. Dios Espíritu
Santo, enciende en mí el fuego de tu divino amor. Aviva mi fe y confianza, y
acepta benignamente las oraciones que te ofrezco por las almas que sufren en el
Purgatorio. Quiero aplicar los méritos de esta devoción en favor de toda la
Iglesia sufriente y en especial por mis difuntos padres, hermanos, hermanas,
bienhechores, parientes y amigos. Atiende mi plegaria para que podamos reunirnos
en el Reino de tu gloria.
3. ¡Oh Dios!, nuestro Creador y Redentor, con tu poder Cristo
conquistó la muerte y volvió a ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han
precedido a en la fe (especialmente N...)
participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria,
donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de
los siglos. Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz
perpetua. Descansen en paz. María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por
nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén.
4. Libra, Señor, por tantos dolores como has padecido por
nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llévalas a
descansar a tu santa Gloria, y sálvanos para que seamos dignos de entrar en la
posesión de aquel Reino, adonde llevaste al buen ladrón, que fue crucificado
contigo. Tú que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos
de los siglos. Amén. (SAN AGUSTÍN)
5. ¡Oh Dios de todo consuelo! Dios Redentor y Salvador, ten piedad y
misericordia de las almas que sufren en el purgatorio: son el precio de tu
Sangre; ábreles tu piadoso Corazón; oye sus gemidos y concédeles librarse de
sus penas y la felicidad de ir a la luz del cielo, olvidando las faltas que la
fragilidad humana les hizo cometer. Sácalas por la bondad de tu misericordioso
Corazón, y por la intercesión y méritos del Corazón Inmaculado de tu Madre
María Santísima, de aquel lugar de tinieblas, para hacerlas entrar en la
morada de la luz y de la paz. Corazón Divino de Jesús, convierte a los
pecadores, salva a los moribundos y libera a las benditas almas del Purgatorio. Letanía para las almas del purgatorio
Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiádate
de las benditas almas del Purgatorio y ayuda a mis queridos padres y
antepasados. (A
cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!) Ayuda
a mis hermanos y parientes. Ayuda a los que sólo se preocuparon del dinero y del placer. Ayuda a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus
riquezas o talentos para el cielo. Ayuda a los que juzgarás tanto más severamente, cuánto más
les fue confiado. Ayuda a los muertos repentinamente. Ayuda a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos. V.
Dales, Señor, a todas las almas el descanso eterno. R.
Y haz lucir sobre ellas tu eterna luz. V.
Que en paz descansen. R.
Amén. Cien Réquiem por las almas del
purgatorio
Para hacer este ejercicio, podemos servirnos de un rosario común de
cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la
centena de réquiems.
Se
empieza rezando un Padrenuestro, y después una decena de réquiems en esta
forma: Dales,
Señor, el eterno descanso y haz lucir sobre ellas tu eterna luz. En
cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes: JACULATORIA
Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros, que
nosotros rogaremos por vosotras para
que Él os dé la gloria del paraíso. OFRENDA
Padre eterno, te ofrecemos la sangre, pasión y muerte de
Jesucristo, y los dolores de la
Virgen María, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas
del Purgatorio y la conversión de los pecadores. En seguida se rezan la segunda y demás decenas de Réquiems
sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada
cuenta grande. . Oración final: ¡Almas benditas!: nosotros hemos rogado por vosotras, que érais
tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo perder: rogadle por nosotros. ¡Dulce Jesús, da el descanso eterno a las benditas almas del
Purgatorio! Oración para pedir la intercesión de María por
las almas del purgatorio
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu
Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. V.
No te acuerdes, Señor, de mis
pecados. (Padrenuestro) V.
De la puerta del infierno Oremos: Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te
rogamos por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo para
que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las
tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron
en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos.
Por Cristo nuestro Señor. Amén. V.
Dales, Señor, el descanso eterno. Rosario de la Virgen de la
Milagrosa por las almas del purgatorio
PRIMER MISTERIO Te suplicamos, Señor, saques tantas almas del purgatorio y
conviertas tantos pecadores cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió
tu Corazón y el de tu Madre, en la noche de tu dolorosa Pasión y cruel agonía
en el huerto de los olivos. Y
vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias que deseamos
conseguir por intercesión de María, saludándola diez veces con la
jaculatoria: ¡Oh María!, sin pecado
concebida, rogad por nosotros que recurrimos a ti. SEGUNDO MISTERIO
Y vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias
que deseamos conseguir por intercesión de la María, saludándola diez veces
con la jaculatoria: ¡Oh María!, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a
ti. TERCER MISTERIO Te suplicamos, Señor, saques tantas almas del purgatorio y
conviertas tantos pecadores cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió
tu Corazón y el de tu Madre con la coronación de espinas, las burlas y las
ofensas que te hicieron. Y vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias
que deseamos conseguir por intercesión de la María, saludándola diez veces
con la jaculatoria: ¡Oh María!, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a
ti. CUARTO MISTERIO Te suplicamos, Señor, saques tantas almas del purgatorio y
conviertas tantos pecadores cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió
tu Corazón y el de tu Madre en el encuentro de la calle de la Amargura
caminando con la pesada cruz de nuestros pecados. Y vosotras,
almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias que deseamos conseguir por
intercesión de la María, saludándola diez veces con la jaculatoria: ¡Oh María!, sin pecado concebida,
rogad por nosotros que recurrimos a ti.
QUINTO MISTERIO Te suplicamos, Señor, saques tantas almas del purgatorio y
conviertas tantos pecadores cuantas fueron las sensaciones de dolor que sufrió
tu Corazón y el de tu Madre en las tres horas de mortal agonía y dolorosa
muerte en la Cruz. Y vosotras, almas santas, alcanzadnos del Señor las gracias
que deseamos conseguir por intercesión de la María, saludándola diez veces
con la jaculatoria: ¡Oh María!, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a
ti. Se concluye el rosario rezando el Credo y la Salve. Rosario de los difuntos (decenario
de la pasión)
Oración inicial:
Abre,
Señor, nuestros labios; alienta nuestros corazones y límpialos de pensamientos
vanos; ilumina nuestro entendimiento e inflama nuestra voluntad para que, con
todo nuestro corazón, meditemos los pasos de tu Sagrada Pasión y muerte, junto
con los dolores de tu Madre, y merezcamos que nuestra súplica sea oída por tu
Divina Misericordia. Amado
Jesús: por todo lo que por mí padeciste en tu Pasión, desde la casa de
Pilatos hasta el monte Calvario, donde toleraste por mi amor el ser crucificado
para que yo me salvase: ¡Ten misericordia de mí, ten misericordia de mí, ten
misericordia de mí! Amen. (Las
diez imprecaciones siguientes se repiten cinco veces, para formar un Rosario de
cinco decenas). 1.
Jesús mío, por aquel sudor copioso de sangre que sudaste en el huerto, ten
misericordia de las almas del Purgatorio (o del alma de N.).. 2.
Jesús mío, por la bofetada que recibió tu rostro venerable, ten misericordia
de las almas del Purgatorio... 3.
Jesús mío, por los azotes que sufriste, ten misericordia de las almas del
Purgatorio... 4.
Jesús mío, por la corona de agudas espinas que traspasaron tu cabeza, ten
misericordia de las almas del Purgatorio... 5.
Jesús mío, por los pasos que diste en la calle de la Amargura con la cruz a
cuestas, ten misericordia de las almas del Purgatorio… 6.
Jesús mío, por tu santo rostro lleno de sangre, que dejaste impreso en el velo
de la Verónica, ten misericordia de las almas del Purgatorio... 7.
Jesús mío, por la vestidura sangrienta que con violencia te quitaron, ten
misericordia de las almas del Purgatorio... 8.
Jesús mío, por tu Cuerpo clavado en la cruz, ten misericordia de las almas del
Purgatorio... 9.
Jesús mío,
por tus pies y manos clavados con duros clavos, ten misericordia de las almas
del Purgatorio...
10. Jesús mío,
por tu costado abierto por una lanzada, de donde manó sangre y agua, ten
misericordia de las almas del Purgatorio (o del alma de N.).
En lugar del Padrenuestro se dirá
la siguiente oración: Dulce Jesús mío, mira con
ojos misericordiosos a las almas de los fieles difuntos, por las cuales has
muerto y recibido tormento de cruz. Amen.
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